Spain: Interview with Don Federico Mayor Zaragoza

Don Federico Mayor Zaragoza

Presidente (Fundación Cultura de Paz)

2006-02-10
Don Federico Mayor Zaragoza

Profesor Mayor, Usted es una persona con una larga trayectoria. Tras una larga carrera universitaria, en el año 74 colaboró en la fundación del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de la Universidad Autónoma de Madrid y del Consejo de Superior de Investigaciones Científicas.

Fui Fundador junto con otros tres grandes científicos españoles: Antonio García Bellido, Eladio Viruela y David Del Río. Fuimos los que en aquel momento tuvimos la posibilidad de poner en práctica un sueño de aquel español universal que fue el Doctor Severo Ochoa. Me gusta que Usted empiece así, porque Severo Ochoa merece que lo recordemos.

Entre otras responsabilidades políticas ha desempeñado los cargos de Subsecretario de Educación y Ciencia del Gobierno (1974-75), Diputado al Parlamento Español (1977-78), Ministro de Educación y Ciencia (1981-82) y Diputado al Parlamento Europeo (1987).
Entre 1987 y 1999 ocupó el cargo de Director General de la UNESCO. En esos doce años, se empeñó y luchó por hacer de ella la institución de la paz, la institución de la tolerancia, los derechos humanos y la convivencia pacífica. Gracias a Usted la UNESCO creó el Programa Cultura de Paz. En el último año de su mandato consiguió que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara la Declaración y Plan de Acción sobre una Cultura de Paz.

Señor Mayor, ¿Cómo nace en Usted esa preocupación constante en luchar por la paz, por “construir los baluartes de la paz en la mente de los hombres”?

En realidad esa frase es la que encabeza la Constitución de la UNESCO y procede de un gran poeta norteamericano, Archibald McLeight, que fue el que contribuyó de manera decisiva a redactar ese documento. Yo aconsejaría su lectura a la gente que piense que no hay nada que hacer, que considere que la situación no tiene remedio. Ese documento está hecho en momentos todavía más turbulentos y confusos que el actual.

Después de la guerra del 39 al 45 se crea el sistema de las Naciones Unidas, un sistema que ahora de nuevo tenemos que revisar y dotar de recursos humanos y financieros necesarios. El otro día el Rey hizo alusión a la importancia decisiva que tiene que las Naciones Unidas constituyan ese marco ético-jurídico a escala supranacional. Ese fue el sueño de un gran presidente de los Estados Unidos: Franklin Delano Roosevelt. Igual que la Liga de Naciones había sido el gran sueño de otro presidente norteamericano después de la Primera Guerra Mundial.

En estos momentos, en que el liderazgo norteamericano presenta tantas facetas que no compartimos, creo que es importante que las Naciones Unidas y el sistema en su conjunto, fue el resultado de la visión de un presidente de allí. Archibald McLeight fue quien dijo “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben elevarse los baluartes de la paz”. Y es así como empieza la Constitución de la UNESCO.

La Carta de las Naciones Unidas, aprobada en San Francisco en 1945, poco después de la muerte de Roosevelt, empezaba diciendo: “Nosotros los pueblos hemos decidido evitar a nuestros hijos el horror de la guerra”. Al decir “los pueblos” se incluye a todo el mundo, y eso es precisamente lo que faltaba. No puede ser que estemos unos contra otros todo el día. Es necesario decir: “todos juntos, menos los extremistas, y menos los que quieren imponer su visión por la fuerza”. Pero siempre TODOS LOS PUEBLOS.

Y ¿qué es lo que decidieron? Decidieron evitar la guerra a sus hijos, es decir: construir la paz. Evitar el horror de la guerra a sus hijos. Tiene la visión de futuro que hoy también necesitamos. A día de hoy sólo resolvemos las cosas pensando en nosotros mismos, falta un compromiso con las generaciones venideras, que son responsabilidad nuestra.

El hecho de haber tenido hijos implica un gran compromiso: dejarles un horizonte menos sombrío y una situación menos trastocada que la que nosotros hemos tenido. Eso es la Cultura de paz. Pensar eso.

Decir todo lo que acabo de decir sin un contexto puede resultar muy utópico. Hay que construir una cultura de paz para hacer frente a la cultura de guerra. En esta última es en la que hemos vivido desde hace siglos. No hay que olvidar un proverbio latino: “Si vis pacem, para bellum”, “Si quieres la paz, prepara la guerra”. Y claro, hemos preparado la guerra, y por eso hemos hecho aquello para lo que estamos preparados: la guerra. Por eso tenemos unos complejos militares como los que tenemos.

Tenemos que pasar de la cultura de la violencia y la imposición a la cultura de la paz, el diálogo, la comprensión, la construcción de puentes entre las diferentes culturas y civilizaciones. Sólo a los extremistas y a los que pretenden imponer sus puntos de vista con la violencia, tenemos que decirles que el 99,9 por ciento de la humanidad no les quiere. Pero claro, también es cierto que hay que aceptar que cada uno piense como quiera, y que no haya discriminación por nada, ni por sexo, color de piel, lugar de nacimiento, ni por ideología, pertenencia a un club de futbol o a otro. Hay que ir sustituyendo poco a poco una cultura de violencia y guerra por otra de comprensión, diálogo y alianza.

En su primera intervención ante la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2004, el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero propuso la Alianza de civilizaciones. Eso es precisamente lo que tenemos que hacer: aliarnos. La educación consiste en aceptar las diferencias del otro.

Precisamente a Usted se le atribuye la autoría de esa tesis defendida por el presidente. ¿Qué hay de cierto en ello, considera que es suficiente para lograr la paz y el entendimiento en el mundo?

Yo he hablado de alianza, diálogo, pero eso es algo que ya había sido propuesto a las Naciones Unidas como respuesta a una provocación por el expresidente de Irán, Mohamed Jatamí, en el año 98.

Pero que el presidente Zapatero lo defendiera ante la ONU es curioso. Suya es la iniciativa de unir sus manos a las del presidente brasileño Lula, las de Kofi Annan, las del presidente chileno Lagos y a las de Chirac para luchar contra la miseria. Hay que reconocer el mérito que tiene presentar la Alianza de Civilizaciones ante el resto del mundo.

Después, el Secretario general de las Naciones Unidas acepta esa propuesta y decide ponerla en práctica. Para ello, escribe una serie de documentos. El más importante de ellos sale a la luz el 22 de julio de 2005. En él, Kofi Annan une los conceptos de cultura de paz, diálogo de civilizaciones y alianza. Se trata del artículo 144.

Fue un documento muy polémico y muy comentado en la prensa, porque el representante norteamericano, el embajador John Bolton, a los cinco años de los objetivos del milenio, tuvo una actitud muy restrictiva con las propuestas del secretario general.

Lo único que tenemos ahora es eso: que los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo han decidido y dicen: “Nosotros, los jefes del mundo reafirmamos nuestra confianza en las Naciones Unidas y reafirmamos también el respeto a los valores fundamentales”. Eso para mí es mucho más importante que todo, porque nos habían cambiado los valores por los precios. Decía Machado: “Es de necio, confundir valor y precio”. Pues lo habíamos confundido y nos habían cambiado nuestras ideologías y nuestros ideales por el mercado. Eso es una barbaridad.

En ese documento los jefes de gobierno dicen: “La igualdad, la justicia, la libertad, la tolerancia, la diversidad… esos son los principios que nos tienen que guiar”. El artículo 144 dice “los jefes de gobierno pedimos que se pongan en práctica las recomendaciones de la declaración y programa de acción de Cultura de paz del año 99”. Los jefes de Estado apoyan con satisfacción la propuesta de una Alianza de Civilizaciones. Es interesante porque establece estas relaciones que marcan el origen de esta teoría. Por tanto habría que felicitar al Señor Rodríguez Zapatero y a la UNESCO, pero también habría que felicitar a aquéllos que desde hace siglos vienen pensando que hablando se entiende la gente, y que la mejor arma de todas es una sonrisa y extender una mano en lugar de alzarla. Y ese viene siendo el comportamiento de tantos millones de personas que nadie ha tenido en cuenta.

Cuando pensamos “qué bien que se hable de diálogo, de alianza, de comprensión del otro, de aceptación de la diversidad…”. En esos momentos tenemos que pensar en las que han hecho posible llegar a este punto, que son las mujeres. Les puedo asegurar que en la posibilidad que he tenido de conocer el mundo, he descubierto que soy un admirador conmovido, pero al mismo tiempo convencido de que ellas muy pocas veces han empleado la violencia y han dicho basta. En ellas está la clave del futuro.

Hay que desear que de una vez nos demos cuenta de que no tiene que haber ninguna discriminación respecto al hombre. Bienvenida esa ley de igualdad que acaban de anunciar.

¿Qué le llevó a no volver a presentarse a un tercer mandato en el año 99?

Siempre que he tenido la oportunidad en mi vida de ser renovado en mis funciones, lo he preferido. Esto es lo que hice en la UNESCO, estuve doce años, más otros tres de Director General adjunto. Eso hice que me fuera de allí diciendo lo mismo que dije cuando puse fin a mi mandato como rector de la Universidad en Granada: “Cuando me doy, me doy entero; cuando me voy entero, para siempre”. Porque no es bueno, que los que se marchan sigan dando sus puntos de vista, cuando uno se va, se va. Nunca puede interferir. Me fui porque pensé que había terminado.

En ese año llega a España y crea la Fundación Cultura de Paz que preside en la actualidad. ¿Cómo surge la idea de fundarla y con qué objetivos nace?

Yo pensé sinceramente que a la bioquímica ya le había dado casi 45 años de mi vida. Pensé que lo más importante para nuestros hijos y nietos, lo más importantes es que cambiemos la fuerza por la palabra. Pensé que cambiar una cultura de predominio por otra de diálogo era fundamental. Había leído a algunos poetas, que para mí son fundamentales en mi vida y en mi forma de pensar. Entre ellos hay uno que habló de “La voz a ti debida”, la voz que te debo. Era Pedro Salinas y se refería a una mujer. Yo pensé que les debemos la voz a los más jóvenes y no podemos seguir callando. De hecho tengo un poema titulado “Delito de silencio”. Creo que el callar cuando tenemos que hablar es un delito. No podemos hacerles eso a los que vienen detrás. Cuando debemos hacernos oír, no podemos permanecer distraídos, tenemos que ser actores en el escenario, la gente tiene que aparecer en el escenario. Hasta ahora en el escenario del mundo vemos poder político, militar, eclesiástico, económico, mediático…, pero ¿y la gente?, ¿dónde está la gente? la gente no está, se resigna a lo que deciden estos poderes, y a partir de ahora, yo creo que el siglo XXI será el siglo de la gente.

Hace años escribí un artículo que terminaba diciendo: “Democracia consiste no en ser contados, sino en contar. Esto puede ser la gran revolución pacífica del Siglo XXI, puede ser el momento en que aparezca la solidaridad, el amor y la relación amigable y la comprensión entre la gente en lugar de la confrontación. Lo ideal sería que ocurriera lo que dijo Roosevelt en la Carta de las Naciones Unidas, que aparezca la gente, los pueblos, que los políticos nos tengan permanentemente en cuenta. Los medios de comunicación son fundamentales para eso, no sólo para contar lo que ocurre en el mundo, tienen que escribir el futuro y ayudar a la gente a que escriba unas páginas nuevas, con unas fórmulas nuevas.

El ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, dijo un día: “We must invent our future”. Y eso es lo que tenemos que hacer: inventarlo.

¿Qué acciones lleva a cabo la Fundación Cultura de Paz para promover estos valores?

Siempre lo digo de una forma muy sencilla; es la puesta en práctica de la Declaración y el Plan de Acción aprobado por las Naciones Unidas a propuesta de la UNESCO. Existen actividades de muy diversa índole, ahí se pone como 80 medidas que podrían favorecer que haya paz en lugar de violencia, que haya conversación y no enfrentamiento.

Las actividades que llevamos a cabo son: En primer lugar educativas, que son muy importantes: Formación para la Democracia, los Derechos Humanos,…etc. Después tenemos actividades relacionadas con el desarrollo y con la mejor forma de compartir los bienes de toda índole, incluido el conocimiento. Es fundamental que conjuguemos mejor el verbo “compartir”, porque lo hemos hecho fatal. La Fundación tiene una serie de capítulos, educativos, de desarrollo, de libertad de información, etc. Es muy curioso, que al final, cuando uno lee la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque en su preámbulo dice: “Para liberar a los seres humanos del miedo y de la miseria”. Esos son los dos grandes problemas de la humanidad; el miedo que nos impide hablar y nos atenaza, y la miseria, que es la falta de bienes materiales mínimos para vivir bien.

¿Y qué es lo que dice? Que para liberarnos de eso necesitamos libertad de expresión y libertad de información. ¿Dónde se puede generar esto? La Constitución de la UNESCO dice: “para construir los baluartes de la paz, la educación, la ciencia y la cultura… Artículo 1: La UNESCO garantizará la libertad de información”. Para la institución esa es la puerta para conseguir todo lo anterior. Lo que dice exactamente es que “La UNESCO garantizará la libre circulación de las ideas por la palabra y por la imagen”.

Hablando se entiende la gente, y por eso lo que hay que hacer para resolver los problemas es hablar y poner todos los temas al lado de la vida, como lo hicimos el 11 de septiembre, y en contra de los que emplean el sufrimiento y la opresión. Tenemos que ser consecuentes, porque tenemos que buscar otras soluciones que no sean la violencia.

Acaba de ser elegido para ser el nuevo asesor del Instituto de Derechos Humanos creado por el Ayuntamiento de San Sebastián. ¿En qué consistirá su tarea y por qué ha aceptado del nuevo un cargo político?

El proyecto se llama: “San Sebastián Cultura de paz”. En ese contexto el ayuntamiento ha querido crear un Instituto de Derechos Humanos. Yo siempre colaboro con este tipo de iniciativas. En su momento, y a petición del lehendakari, elaboré una propuesta sobre el Observatorio de Derechos Humanos y libertades públicas en el País Vasco, algo que está todavía está a la espera de ser tramitado. No sé por qué da tanto miedo que existan este tipo de observatorios, y por qué da tanto miedo la diversidad.

La diversidad española es nuestra riqueza, somos un crisol, y además cada persona es única. Ya no es que haya una serie de fronteras entre unas comunidades y otras, donde hay culturas distintas e incluso lenguas diferentes. Eso es una maravilla; lo peor del mundo es la uniformidad, la rutina, el gregarismo.

La esperanza que tiene la condición humana es que cada ser humano es capaz de crear, y si matamos la capacidad creativa, es el fin de todo. Lo digo siempre como un ser humano comprometido con ese hecho radical y misterioso que es la existencia, y sobre todo por nuestros descendientes, a quienes tenemos que iluminar un poco el camino. Tenemos que decirles que los seres humanos son los únicos seres vivos capaces de hacer lo que quieres, porque son capaces de crear, de innovar, de imaginar, soñar, anticiparse, prevenir,… y eso es el ser humano.

Lo que tenemos que hacer es que todos sean seres humanos, también los que se pasan todo el día buscando algo para comer, o los que se pasan las horas delante de una pantalla distraídos y sin tiempo para ellos mismos ni para decidir. Yo no quiero que nadie en mi nombre, ¿Qué es eso de actuar al dictado, según lo que nos dicen las instancias de poder? Cada vez nos hacemos más dóciles, más gregarios, en cambio tenemos que ser rebeldes, personas que se hacen oír, que aceptan todo menos la fuerza.

Cuando hablo de educación me rebelo cuando dicen que van a solucionar ese tema poniendo Internet al servicio de todos los niños. Pero eso no es la solución, porque Internet es información; de la información viene el conocimiento, la formación. Y de la formación viene el comportarse cada uno como quieres, que es la educación. Giner de los Ríos decía que la educación es actuar según las propias decisiones, un proceso que nos permite dirigir con sentido la propia vida.

Usted, que es un hombre de paz, ¿cree que es posible la paz en el mundo?

Sí lo veo posible. Lo veo posible porque por primera vez la gente, estos 6.300 millones de seres humanos van a poder hablar, a contar, y no sólo a ser contados, porque ahora ya muchos ni siquiera son contados, como los muertos. Sólo hay que pensar en lo que dice el presidente de Estados Unidos, el Señor Bush, que dice que sólo 2.341 soldados norteamericanos y aproximadamente tantos iraquíes, -como si los iraquíes no fueran, cada uno de ellos, con el mismo valor en vida y en muerte, que los demás. Esto puede sonar muy difícil, pero es que ahora por primera vez la gente ya no tendrá que guardar silencio, ya no tendrá sólo la posibilidad de ser oída sino que tendrá que ser escuchada. La tecnología nos ha facilitado mucho las cosas en este sentido. Tenemos muchos medios para dar la voz debida, la voz que debemos.

¿Qué significó para Usted el atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001?

Fue un punto de inflexión en nuestro tiempo que nos tiene que hacer pensar todavía más en pasar de una cultura de violencia a una cultura de paz y conversación. Pensando en aquellas víctimas inocentes uno va pensando en aquellos desgarros que tenemos que solucionar. Ese mismo día la FAO nos comunicó que cada día mueren en el mundo 50.000 personas de hambre. En esos momentos todos nos ponemos al lado de la vida, de las víctimas, de todas ellas. Hay que enmendar estos caminos y persuadir al mundo de que no se arregla nada con la fuerza, empezando por la guerra de Irak, que estuvo basada en una serie de mentiras y no nos ha llevado a nada. Estoy a favor de que tengamos alianzas y medios para defendernos de posibles locuras pero hay que decir que este no es el camino. El camino son unas Naciones Unidas fuertes.

¿Cómo ve la relación actual entre España y Estados Unidos?

La veo muy bien porque la democracia significa que cada país se exprese según lo que piensen los ciudadanos. Eso es lo que ocurre en los dos países, por lo tanto no puede haber fricciones. Yo admiro muchísimo al pueblo norteamericano, no sólo desde el punto de vista científico, aunque no esté de acuerdo con todas las medidas que tome su gobierno. El favor que podemos hacer al liderazgo de Estados Unidos, es hacerles ver que admiramos tantas cosas de ellos, pero que deseamos que también nos escuchen, porque hay otras formas de ver las cosas. Los medios de comunicación y las comunidades científicas tienen mucho que hacer en todo esto.

Un mensaje para los lectores de The New York Sun

Les diría que tenemos tantas cosas que compartir para lograr un futuro mejor para nuestros hijos. La auténtica amistad entre los pueblos consiste en conocerse y hablarse.