Mexico: Interview with Lic. Ernesto Canales Santos

Lic. Ernesto Canales Santos

Presidente de Honor Institución RENACE (RENACE)

2014-10-07
Lic. Ernesto Canales Santos

- La marca Nuevo León históricamente ha sido muy fuerte. Sin embargo, en los últimos años, se debilitó con la inseguridad y competencia entre otras regiones del país. En su opinión, ¿Cuáles son las lecciones que aprendieron de esa etapa para recuperar más la marca?

 

Realmente es una lástima que algo que no es del corazón de Monterrey, que no forma parte de su esencia venga a dañar la imagen de Monterrey como ha sido todo lo referente a la inseguridad vivida en los últimos años. La importancia económica que tiene Monterrey hace que se haya convertido en una plaza muy deseada por los diferentes organizaciones criminales, y que hayan hecho de este sitio su campo de batalla.

 

Creo que la lección se ha aprendido, NL había gozado de un ambiente  de seguridad tal que se habían relajado las instituciones encargadas de la misma, en especial la policía, que no estaba preparada para enfrentar esta situación. La lección en ese sentido ha sido la formación de Fuerza Civil, que no es una varita mágica pero si son soluciones de fondo, de raíz. Yo estoy convencido que el futuro va a ser mucho más positivo ya que las organizaciones criminales, por muy poderosas que sea, no lo son más que el Estado ni mucho menos, ni que las empresas privadas de NL.

 

 

- ¿Qué ofrece el sistema legal en Monterrey para asegurar a estos inversores que vienen a una región con un sector legal sólido?

 

A mi me ha tocado profesionalmente vivir las diferentes etapas del desarrollo económico del país, desde el proteccionismo hacia la inversión nacional, donde se exigía a la inversión extranjera que tuviese control nacional. NL en ese sentido se convirtió para los extranjeros en el punto de referencia, era la niña más bonita candidata a tener la confianza del inversionista extranjero a través de estas asociaciones, joint ventures, … para que se pudiesen establecer en México y servir al mercado mexicano.

 

Como abogado, me tocó participar en las negociaciones con los grupos empresariales más importantes locales y del extranjero. Ciertamente NL ofrecía esa certeza mejor que ningún otro lugar del país de que, por un lado, la calidad de los socios era intachable, confiables, y segundo que el ambiente de trabajo, de educación, de superación de la entidad era también muy favorables.

 

En la siguiente etapa del país, al abrirse las fronteras y permitirse que México participara de una manera amplia en el Libre Comercio, creó una situación de competencia entre los grupos nacionales y extranjeros; y en el ambiente de negocios siempre se pudo tener reglas para realizar estas labores en una tranquilidad profesional, comercial y ciudadana.

 

El elemento de inseguridad fue el que pescó a la sociedad no preparada. Definitivamente,  la autoridad tuvo los elementos suficientes para anticipar o poder tener una política de seguridad más efectiva. Ya se aprendió la lección y ya se está enmendando.

 

- Fuera del despacho, Usted es el principal impulsor de la Institución Renace, destinada a ofrecer defensa legal a personas de escasos recursos víctimas del Sistema Judicial. ¿Cómo surge esta conciencia cívica por tratar de transformar el sistema de justicia penal mexicano?

 

La cuestión de la seguridad está muy ligada a la justicia. Como abogado, y precisamente con relación con clientes extranjeros, cuando se presentaba algún aspecto de carácter penal (que de alguna manera en la ida de las empresas, tarde o temprano, es normal que se puedan tener asuntos de esta competencia), -como abogados- nos era difícil tratar estos temas con los extranjeros porque ciertamente era un campo, en México, que se movía de una manera diferente al campo corporativo, al campo de contratos, negocios. México por un lado tenía estas leyes, estas regulaciones de última generación en todo lo referente a hacer negocios, pero por otro lado la justicia penal se movía a base de corrupción: a mi me gustaba decir que lo que pasaba en el campo penal en México era difícil traducirlo al inglés, porque había que dar un marco de referencia amplio, no sólo buscar las palabras sino explicarlo. Y desde luego, las empresas extranjeras, con sus propias limitaciones, les costaba y era un problema enfrentar una situación de tipo penal que exigía un comportamiento para tener éxito diferente del comportamiento en el ámbito de los negocios. Había esta dicotomía, afortunadamente sólo limitada al campo penal, pero no dejaba de ser algo importante.

 

De ahí que, junto con otros compañeros, formamos una organización para atender a los reos más bajos que estuviesen sufriendo una injusticia, aquellos que no tenían medios de moverse en un sistema que se trabajaba a través de influencias y de corrupción. Pero eso nos llevó a conocer el día a día de la administración penal, y a darnos cuenta que esas situaciones se daban porque había fallas en las reglas, y que por ello nuestra labor iba a ser interminable porque estos iban a continuar produciéndose porque el sistema lo permitía.

 

Esta conciencia surge como abogado, sin ser especialista en el sistema penal, pero sí con clientes y asuntos que tenían que ver con el campo penal, y con un conocimiento que era un campo que se movía en base a una corrupción generalizada: decía un abogado penalista que en México para tener éxito en un asunto penal se necesitaban dos cosas: primero tener la razón, y segundo una bolsa grande de dinero: aún teniendo la razón, ¡se necesitaba una bolsa de dinero!.

 

- ¿Cuáles son los motivos de que se haya tardado tanto tiempo para que la sociedad civil se organizase para exigir justicia a las autoridades?

 

¿Por qué no se tomaron antes acciones? Hay que verlo todo como parte de un sistema. El país vivía un monopolio político de partido y en ese engranaje político macro, el sistema penal era un elemento más de control de gobernabilidad. Ciertamente, estas facultades que se pueden comprar o vender, pues también se pueden usar con influencias políticas, y en esa disciplina de partido, ese sistema se comportaba como el resto del país, no era una anomalía: de alguna manera, se convierte en un problema mayor cuando la evolución política de México va hacia una mayor apertura y a un menor control partidario. Y es cuando esas reglas que estaban con un cierto marco político, quedan fuera de contexto en una democracia más amplia. Sin embargo, son las misma facultades discrecionales que le permitían al Estado utilizarla como control político que ahora se pueden vender por influencia de dinero. Forma parte de la evolución del país, no es que se haya tardado tanto: se entendía como un elemento dentro de un determinado estado de desarrollo de México. Lo que sí llegaba a ser insufrible, es que eso hubiera llegado a quedar fuera de contexto y sujeto al mejor postor.

 

-Los juicios orales han supuesto un antes y un después en México

 

De la revisión de los casos particulares para ver a qué reo ayudábamos, nos quedó claro que si el Ministerio Público tenía facultades superiores a la víctima y al acusado en el proceso, pues estas facultades superiores, ya no controladas por un sistema político fuertes, quedaban en el aire y sujetas a los vaivenes de intereses/influencias que no tenían nada que ver con la justicia. Llegó un momento donde la percepción de la sociedad sobre la justicia era realmente muy baja.

 

En este sistema, la policía no tenía un papel importante porque no se necesitaban pruebas duras para poder condenar a nadie: el Ministerio Público tenía facultades suficientes, y si lo hacía dentro de una política de estado, pues encajaba en el orden político nacional. Ya fuera de esto, es donde resultó que esa policía fuese presa fácil para las organizaciones criminales: si al no ser una pieza fundamental del sistema de justicia, pues no tenían capacitación, prestaciones, etc… siendo un eslabón muy vulnerable.

 

Con el cambio de sistema, al exigir que las audiencias/casos se tengan que procesar en público, que haya una audiencia oral donde se presenten todas las pruebas, pues se requieren de estas pruebas de calidad y se vuelve a fijar la atención en la policía, ya que hay que tener un cuerpo profesional, capacitado, con estándar de comportamiento, revisiones evaluaciones, como en cualquier lado.

 

Con las audiencias orales se está atacando el problema de raíz. Les doy una cifra: la media nacional, se denuncia sólo el 15% de las víctimas, es decir, el 85% de los que sufren un delito prefieren tragárselo que dejar sus datos a los policías, abrir sus casas, pasar por el trámite de una denuncia que se convierte en una doble victimización, porque no se tiene confianza de que la policía no tenga lazos sobre el delito el cual se está denunciando. Hay que ir un paso más: ¿por qué no denuncian? No denuncian por esa falta de confianza. ¿Por qué esa falta de confianza? Porque se estaba ante un cuerpo que no formaba, no tenia un engranaje ligado a un proceso de justicia penal. Otra estadística muy ilustrativa es que el 80% de las sentencias en México eran sólo con la base con la confesión del acusado: el Ministerio Público, con esa confesión del acusado, era suficiente para obtener una sentencia condenatoria… ¿para qué se iban a preocupar de andar con pruebas periciales si ni siquiera había equipos?. La seguridad publica estaba más en base a esta cuestión política, de partido hegemónico que funcionaba muy bien, puesto que si se ven los índices de desarrollo económico de esas fechas son espectaculares. Sin embargo, en un ambiente de mayor apertura, eso ya no funciona.

 

Y esto fue lo que nos encontramos: que la gente llegó a no colaborar con las autoridades para la prevención del delito porque no confiaban en esas autoridades. Este elemento de que para los delitos importantes se juzgan en público, vuelve a poner los ojos a qué tengo que hacer para que se puedan juzgar en público: tengo que tener pruebas duras que se sostengan. Entonces el policía que llega a la escena del crimen tiene que tener un entrenamiento para preservar la escena, y ya vuelve a quedar claro la función de la policía, que es una función fundamental en el sistema de justicia.

 

- ¿Está satisfecho con lo logrado hasta el momento?

 

Falta mucho por hacer, por supuesto, pero ya más  de la tercera parte de todos los delitos del país se juzgan con el nuevo sistema. Sí, México está cambiando, transformando su sistema de justicia penal de una forma que a estas alturas es irreversibles. Los datos de los Estados que ya han modificado sus sistema son muy positivos: en Chihuahua las denuncias son ahora el 35%, mientras que en un país civilizado se consideran que son un 60%: nos falta todavía un buen tramo, pero ciertamente haber conseguido pasar del 15 al 35 ya es un éxito extraordinario. Hay otro dato muy significativo: el DF no tiene reforma, y hay una estadística allí donde el 80% de los condenados consideran que tuvieron un proceso injusto. En el Estado de México,  que tiene una reforma que no es la ideal de última generación pero que sin embargo es una reforma, en este Estado, que tenía la misma  cifra del 80% del DF en 2010, ahora es el 40% los condenados que consideran que tienen un proceso injusto. Se puede decir que la calidad de la justicia subió considerablemente, mientras que en el DF sigue siendo el mismo porcentaje.

 

Actualmente, se acaba de reformar la Constitución para que haya un código único de procedimientos penales, se ha dado el paso para que al menos el procedimiento (no las leyes) sean igual en todo el país se está dando.

 

El gran reto es que se continúe con la transformación del sistema. El que la sociedad participe en la administración de justicia penal es un predicamento que nosotros sostenemos que ha sido fundamental para que podamos logar los cambios. Hay que recordar que esta reforma proviene de la sociedad civil: no es copular ni de organismos políticos. Si de alguna manera se institucionaliza una participación de la sociedad civil, no al nivel de decididotes pero si de observadores de la escena penal, es un gran avance.

 

La clave ha sido involucrar a más personas en estos: mucho ha sido el convencimiento de uno en uno, de razonar con el Presidente del Tribunal Superior de Justicia, con el procurados, etc.. y ver hacia adónde vamos. La clave ha sido el contacto personal: hemos hecho 5 foros nacionales, 300 foros regionales, publicados textos por millares, la película “Presunto Culpable”, … pero yo creo que el haberlo llevado de manera consensuada, no haber lanzado una guerra contra el sistema, es razonarlo con todos los actores: “esto se justificaba en el cuadro político previo, pero mira cuales son los resultados ahora”. Hemos aprovechado, entre otras muchas experiencias, la que vivió Chile tras la salida de Pinochet, cuando necesitaron enfrentar un problema similar al instalar un nuevo sistema.

 

- ¿Dónde espera que esté situada Renace a un año vista?

 

Con este nuevo ambiente, hemos tenido solicitudes de grupos y de empresarios de otras ciudades para replicar el modelo Renace, que básicamente es tener una presencia diaria en la Administración de Justicia a través de ayudar a reos de escasos recursos que nos permiten conocer el funcionamiento del sistema. A pesar de la gran diversidad que existe en México, Renace hace alianzas y trata de unir a organizaciones civiles, profesionales que tienen el mismo interés, educativas y oficiales: en las mesas de trabajo se sientan el Tribunal Superior de Justicia, la Procaduría, seguridad de policía, defensores de oficio, y 5/6 organizaciones civiles que están ahí para apoyar y para ver como pueden ayudar.